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LA DOCTRINA ECONÓMICA DE MARX[*]
"Y la finalidad última de esta obra -- dice Marx en el prólogo a El Capital -- es, en efecto, descubrir la ley económica que preside el movimiento de la sociedad moderna", es decir, de la sociedad capitalista, burguesa. El estudio de las relaciones de producción de una sociedad dada, históricamente determinada, en su aparición, desarrollo y decadencia: tal es el contenido de la doctrina económica de Marx. En la sociedad capitalista impera la producción de mercancías; por eso, el análisis de Marx empieza con el análisis de la mercancía. El Valor La mercancía es, en primer lugar, una cosa que satisface una determinada necesidad humana y, en segundo lugar, una cosa que se cambia por otra. La utilidad de una cosa hace de ella un valor de uso. El valor de cambio (o, sencillamente el valor) es, ante todo, la relación o proporción en que se cambia cierto número de valores de uso de una clase por un determinado número de valores de uso de otra clase. La experiencia diaria nos muestra que, a través de millones y miles de millones de esos actos de intercambio, se equiparan constantemente todo género de valores de uso, aun los más diversos y menos equiparables entre sí. ¿Qué es lo que tienen de común esos diversos objetos, que constantemente son equiparados entre sí en determinado sistema de relaciones sociales? Tienen de común el que todos ellos son productos del trabajo. Al cambiar sus productos, los hombres equiparan los más diversos tipos de trabajo. La producción de mercancías es un sistema de relaciones sociales en que los distintos productores crean diversos productos (división social del trabajo), y todos estos productos se equiparan entre sí por medio del cambio. Por lo tanto, lo que todas las mercancías encierran de común no es el trabajo concreto de una determinada rama de producción, no es un trabajo de determinado tipo, sino el trabajo humano abstracto, el trabajo humano en general. Toda la fuerza de trabajo de una sociedad dada, representada por la suma de valores de todas las mercancías, es una y la misma fuerza humana de trabajo; así lo evidencian miles de millones de actos de cambio. Por consiguiente, cada mercancía en particular no representa más que una determinada parte del tiempo de trabajo socialmente necesario. La magnitud del valor se determina por la cantidad de trabajo socialmente necesario o por el tiempo de trabajo socialmente necesario para producir cierta mercancía o cierto valor de uso. "Al equiparar unos con otros, en el cambio, sus diversos productos, lo que hacen los hombres es equiparar entre sí sus diversos trabajos como modalidades del trabajo humano. No lo saben, pero lo hacen." El valor es, como dijo un viejo economista, una relación entre dos personas; pero debió añadir simplemente: relación encubierta por una envoltura material. Sólo partiendo del sistema de relaciones sociales de producción de una formación social históricamente determinada, relaciones que se manifiestan en el fenómeno masivo del cambio, repetido miles de millones de veces, podemos comprender lo que es el valor. "Como valores, las mercancías no son más que cantidades determinadas de tiempo de trabajo coagulado." Después de analizar en detalle el doble carácter del trabajo materializado en las mercancías, Marx pasa al análisis de la forma del valor y del dinero. Con ello se propone, fundamentalmente, investigar el origen de la forma monetaria del valor, estudiar el proceso histórico de desenvolvimiento del cambio, comenzando por las operaciones sueltas y fortuitas de trueque ("forma simple, suelta o fortuita del valor", en que una cantidad de mercancía es cambiada por otra) hasta remontarse a la forma universal del valor, en que mercancías diferentes se cambian por una mercancía concreta, siempre la misma, y llegar a la forma monetaria del valor, en que la función de esta mercancía, o sea, la función de equivalente universal, la desempeña el oro. El dinero, producto supremo del desarrollo del cambio y de la producción de mercancías, disfraza y oculta el carácter social de los trabajos privados, la concatenación social existente entre los diversos productores unidos por el mercado. Marx somete a un análisis extraordinariamente minucioso las diversas funciones del dinero, debiendo advertirse, pues tiene gran importancia, que en este caso (como, en general, en todos los primeros capítulos de El Capital) la forma abstracta de la exposición, que a veces parece puramente deductiva, recoge en realidad un gigantesco material basado en hechos sobre la historia del desarrollo del cambio y de la producción de mercancías. "El dinero presupone cierto nivel del cambio de mercancías. Las diversas formas del dinero -- simple equivalente de mercancías o medio de circulación, medio de pago, de atesoramiento y dinero mundial -- señalan, según el distinto volumen y predominio relativo de tal o cual función, fases muy distintas del proceso social de producción" (El Capital, I). La Plusvalía Al alcanzar la producción de mercancías determinado grado de desarrollo, el dinero se convierte en capital. La fórmula de la circulación de mercancías era: M (mercancía) -- D (dinero) -- M (mercancía), o sea, venta de una mercancía para comprar otra. Por el contrario, la fórmula general del capital es D -- M -- D, o sea, la compra para la venta (con ganancia). Marx llama plusvalía a este incremento del valor primitivo del dinero que se lanza a la circulación. Que el dinero lanzado a la circulación capitalista "crece", es un hecho conocido de todo el mundo. Y precisamente ese "crecimiento" es lo que convierte el dinero en capital, como relación social de producción particular, históricamente determinada. La plusvalía no puede brotar de la circulación de mercancías, pues ésta sólo conoce el intercambio de equivalentes; tampoco puede provenir de un alza de los precios, pues las pérdidas y las ganancias recíprocas de vendedores y compradores se equilibrarían; se trata de un fenómeno masivo, medio, social, y no de un fenómeno individual. Para obtener plusvalía "el poseedor del dinero necesita encontrar en el mercado una mercancía cuyo valor de uso posea la cualidad peculiar de ser fuente de valor", una mercancía cuyo proceso de consumo sea, al mismo tiempo, proceso de creación de valor. Y esta mercancía existe: es la fuerza de trabajo del hombre. Su consumo es trabajo y el trabajo crea valor. El poseedor del dinero compra la fuerza de trabajo por su valor, valor que es determinado, como el de cualquier otra mercancía, por el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción (es decir, por el costo del mantenimiento del obrero y su familia). Una vez que ha comprado la fuerza de trabajo el poseedor del dinero tiene derecho a consumirla, es decir, a obligarla a trabajar durante un día entero, por ejemplo, durante doce horas. En realidad el obrero crea en seis horas (tiempo de trabajo "necesario") un producto con el que cubre los gastos de su mantenimiento; durante las seis horas restantes (tiempo de trabajo "suplementario") crea un "plusproducto" no retribuido por el capitalista, que es la plusvalía. Por consiguiente, desde el punto de vista del proceso de la producción, en el capital hay que distinguir dos partes: capital constante, invertido en medios de producción (máquinas, instrumentos de trabajo, materias primas, etc.) -- y cuyo valor se trasfiere sin cambio de magnitud (de una vez o en partes) a las mercancías producidas --, y capital variable, invertido en fuerza de trabajo. El valor de este capital no permanece invariable, sino que se acrecienta en el proceso del trabajo, al crear la plusvalía. Por lo tanto, para expresar el grado de explotación de la fuerza de trabajo por el capital, tenemos que comparar la plusvalía obtenida, no con el capital global, sino exclusivamente con el capital variable. La cuota de plusvalía, como llama Marx a esta relación, sería, pues, en nuestro ejemplo, de 6:6, es decir, del 100 por ciento. Las premisas históricas para la aparición del capital son: primera, la acumulación de determinada suma de dinero en manos de ciertas personas, con un nivel de desarrollo relativamente alto de la producción de mercancías en general ¡ segunda, la existencia de obreros "libres" en un doble sentido -- libres de todas las trabas o restricciones impuestas a la venta de la fuerza de trabajo, y libres por carecer de tierra y, en general, de medios de producción --, de obreros desposeídos, de obreros "proletarios" que, para subsistir, no tienen más recursos que la venta de su fuerza de trabajo. Dos son los modos principales para poder incrementar la plusvalía: mediante la prolongación de la jornada de trabajo ("plusvalía absoluta") y mediante la reducción del tiempo de trabajo necesario ("plusvalía relativa"). Al analizar el primer modo, Marx hace desfilar ante nosotros el grandioso panorama de la lucha de la clase obrera para reducir la jornada de trabajo y de la intervención del poder estatal, primero para prolongarla (en el período que media entre los siglos XIV y XVII) y después para reducirla (legislación fabril del siglo XIX). Desde la aparición de El Capital, la historia del movimiento obrero de todos los países civilizados ha aportado miles y miles de nuevos hechos que ilustran este panorama. Al proceder a su análisis de la producción de plusvalía relativa, Marx investiga las tres etapas históricas fundamenta les de la elevación de la productividad del trabajo por el capitalismo: 1) la cooperación simple; 2) la división del trabajo y la manufactura; 3) la maquinaria y la gran industria. La profundidad con que Marx aquí pone de relieve los rasgos fundamentales y típicos del desarrollo del capitalismo nos demuestra, entre otras cosas, el hecho de que el estudio de la llamada industria de los kustares[**] en Rusia ha aportado un abundantísimo material para ilustrar las dos primeras etapas de las tres mencionadas. En cuanto a la acción revolucionaria de la gran industria maquinizada, descrita por Marx en 1867, durante el medio siglo trascurrido desde entonces ha venido a revelarse en toda una serie de países "nuevos" (Rusia, Japón, etc.). Prosigamos. Importantísimo y nuevo es el análisis de Marx de la acumulación del capital, es decir, de la trasformación de una parte de la plusvalía en capital, y de su empleo, no para satisfacer las necesidades personales o los caprichos del capitalista, sino para renovar la producción. Marx hace ver el error de toda la economía política clásica anterior (desde Adam Smith) al suponer que toda la plusvalía que se convertía en capital pasaba a formar parte del capital variable, cuando en realidad se descompone en medios de producción más capital variable. En el proceso de desarrollo del capitalismo y de su trasformación en socialismo tiene una inmensa importancia el que la parte del capital constante (en la suma total del capital) se incremente con mayor rapidez que la parte del capital variable. Al acelerar el desplazamiento de los obreros por la maquinaria, produciendo riqueza en un polo y miseria en el polo opuesto, la acumulación del capital crea también el llamado "ejército industrial de reserva", el "sobrante relativo" de obreros o "superpoblación capitalista", que reviste formas extraordinariamente diversas y permite al capital ampliar la producción con singular rapidez. Esta posibilidad, relacionada con el crédito y la acumulación de capital en medios de producción, nos proporciona, entre otras cosas, la clave para comprender las crisis de superproducción, que estallan periódicamente en los países capitalistas, primero cada diez años, término medio, y luego con intervalos mayores y menos precisos. De la acumulación del capital sobre la base del capitalismo hay que distinguir la llamada acumulación primitiva, que se lleva a cabo mediante la separación violenta del trabajador de los medios de producción, expulsión del campesino de su tierra, robo de los terrenos comunales, sistema colonial, sistema de la deuda pública, tarifas aduaneras proteccionistas, etc. La "acumulación primitiva" crea en un polo al proletario "libre" y en el otro al poseedor del dinero, el capitalista. Marx caracteriza la "tendencia histórica de la acumulación capitalista" con las famosas palabras siguientes: "La expropiación del productor directo se lleva a cabo con el más despiadado vandalismo y bajo el acicate de las pasiones más infames, más sucias, más mezquinas y más desenfrenadas. La propiedad privada, fruto del propio trabajo [del campesino y del artesano], y basada, por decirlo así, en la compenetración del obrero individual e independiente con sus instrumentos y medios de trabajo, es desplazada por la propiedad privada capitalista, basada en la explotación de la fuerza de trabajo ajena, aunque formalmente libre [. . .]. Ahora ya no se trata de expropiar al trabajador dueño de una economía independiente, sino de expropiar al capitalista explotador de numerosos obreros. Esta expropiación la lleva a cabo el juego de las leyes inmanentes de la propia producción capitalista, la centralización de los capitales. Un capitalista derrota a otros muchos. Paralelamente con esta centralización del capital o expropiación de muchos capitalistas por unos pocos, se desarrolla en una escala cada vez mayor la forma cooperativa del proceso de trabajo, la aplicación técnica conciente de la ciencia, la explotación planificada de la tierra, la trasformación de los medios de trabajo en medios de trabajo utilizables sólo colectivamente, la economía de todos los medios de producción al ser empleados como medios de producción de un trabajo combinado, social, la absorción de todos los países por la red del mercado mundial y, como consecuencia de esto, el carácter internacional del régimen capitalista. Conforme disminuye progresivamente el número de magnates capitalistas que usurpan y monopolizan todos los beneficios de este proceso de trasformación, crece la masa de la miseria, de la opresión, del esclavizamiento, de la degeneración, de la explotación; pero crece también la rebeldía de la clase obrera, que es aleccionada, unificada y organizada por el mecanismo del propio proceso capitalista de producción El monopolio del capital se convierte en grillete del modo de producción que ha crecido con él y bajo él. La centralización de los medios de producción y la socialización del trabajo llegan a un punto en que son ya incompatibles con su envoltura capitalista. Esta envoltura estalla. Suena la hora de la propiedad privada capitalista. Los expropiadores son expropiados" (EI Capital, t. I). También es sumamente importante y nuevo el análisis que hace Marx más adelante de la reproducción del capital social, considerado en su conjunto, en el tomo II de El Capital. Tampoco en este caso toma Marx un fenómeno individual, sino de masas; no toma una parte fragmentaria de la economía de la sociedad, sino toda la economía en su conjunto. Rectificando el error en que incurren los economistas clásicos antes mencionados, Marx divide toda la producción social en dos grandes secciones: 1) producción de medios de producción y 2) producción de artículos de consumo. Y, apoyándose en cifras, analiza minuciosamente la circulación del capital social en su conjunto, tanto en la reproducción de envergadura anterior como en la acumulación. En el tomo III de El Capital se resuelve, sobre la base de la ley del valor, el problema de la formación de la cuota media de ganancia. Constituye un gran progreso en la ciencia económica el que Marx parta siempre, en sus análisis, de los fenómenos económicos generales, del conjunto de la economía social, y no de casos aislados o de las manifestaciones superficiales de la competencia, que es a lo que suele limitarse la economía política vulgar o la moderna "teoría de la utilidad límite". Marx analiza primero el origen de la plusvalía y luego pasa a ver su descomposición en ganancia, interés y renta del suelo. La ganancia es la relación de la plusvalía con todo el capital invertido en una empresa. El capital de "alta composición orgánica" (es decir, aquel en el cual el capital constante predomina sobre el variable en proporciones superiores a la media social) arroja una cuota de ganancia inferior a la cuota media. El capital de "baja composición orgánica" da, por el contrario, una cuota de ganancia superior a la media. La competencia entre los capitales, su libre paso de unas ramas de producción a otras, reducen en ambos casos la cuota de ganancia a la cuota media. La suma de los valores de todas las mercancías de una sociedad dada coincide con la suma de precios de estas mercancías; pero en las distintas empresas y en las diversas ramas de producción las mercancías, bajo la presión de la competencia, no se venden por su valor, sino por el precio de producción, que equivale al capital invertido más la ganancia media. Así, pues, un hecho conocido de todos, e indiscutible, es decir, el hecho de que los precios difieren de los valores y de que las ganancias se nivelan, lo explica Marx perfectamente partiendo de la ley del valor, pues la suma de los valores de todas las mercancías coincide con la suma de sus precios. Sin embargo, la reducción del valor (social) a los precios (individuales) no es una operación simple y directa, sino que sigue una vía indirecta y muy complicada: es perfectamente natural que en una sociedad de productores de mercancías dispersos, vinculados sólo por el mercado, las leyes que rigen esa sociedad no puedan manifestarse más que como leyes medias, sociales, generales, con una compensación mutua de las desviaciones individuales manifestadas en uno u otro sentido. La elevación de la productividad del trabajo significa un incremento más rápido del capital constante en comparación con el variable. Pero como la creación de plusvalía es función privativa de éste, se comprende que la cuota de ganancia (o sea, la relación que guarda la plusvalía con todo el capital, y no sólo con su parte variable) acuse una tendencia a la baja. Marx analiza minuciosamente esta tendencia, así como las diversas circunstancias que la ocultan o contrarrestan. Sin detenernos a exponer los capítulos extraordinariamente interesantes del tomo III, que estudian el capítulo usurario, comercial y financiero, pasaremos a lo esencial, a la teoría de la renta del suelo. Debido a la limitación de la superficie de la tierra, que en los países capitalistas es ocupada enteramente por los propietarios particulares, el precio de producción de los productos agrícolas no lo determinan los gastos de producción en los terrenos de calidad media, sino en los de calidad inferior; no lo determinan las condiciones medias en que el producto se lleva al mercado, sino las condiciones peores. La diferencia existente entre este precio y el de producción en las tierras mejores (o en condiciones más favorables de producción) da lugar a una diferencia o renta diferencial. Marx analiza detenidamente la renta diferencial y de muestra que brota de la diferente fertilidad del suelo, de la diferencia de los capitales invertidos en el cultivo de las tierras, poniendo totalmente al descubierto (véase también la Teoría de la plusvalía, donde merece una atención especial la crítica que hace a Rodbertus) el error de Ricardo, según el cual la renta diferencial sólo se obtiene con el paso sucesivo de las tierras mejores a las peores. Por el contrario, se dan también casos inversos: tierras de una clase determinada se trasforman en tierras de otra clase (gracias a los progresos de la técnica agrícola, a la expansión de las ciudades, etc.), por lo que la tristemente célebre "ley del rendimiento decreciente del suelo" es profundamente errónea y representa un intento de cargar sobre la naturaleza los defectos, las limitaciones y contradicciones del capitalismo. Además, la igualdad de ganancias en todas las ramas de la industria y de la economía nacional presupone la plena libertad de competencia, la libertad de transferir los capitales de una rama de producción a otra. Pero la propiedad privada sobre el suelo crea un monopolio, que es un obstáculo para la libre transferencia. En virtud de ese monopolio, los productos de la economía agrícola, que se distingue por una baja composición del capital y, en consecuencia, por una cuota de ganancia individual más alta, no entran en el proceso totalmente libre de nivelación de las cuotas de ganancia. El propietario de la tierra, como monopolista, puede mantener sus precios por encima del nivel medio, y este precio de monopolio origina la renta absoluta. La renta diferencial no puede ser abolida mientras exista el capitalismo; en cambio, la renta absoluta puede serlo; por ejemplo, cuando se nacionaliza la tierra, convirtiéndola en propiedad del Estado. Este paso significaría el socavamiento del monopolio de los propietarios privados, así como una aplicación más consecuente y plena de la libre competencia en la agricultura. Por eso los burgueses radicales, advierte Marx, han presentado repetidas veces a lo largo de la historia esta reivindicación burguesa progresista de la nacionalización de la tierra, que asusta, sin embargo, a la mayoría de los burgueses, pues "afecta" demasiado de cerca a otro monopolio mucho más importante y "sensible" en nuestros días: el monopolio de los medios de producción en general. (El propio Marx expone en un lenguaje muy popular, conciso y claro su teoría de la ganancia media sobre el capital y de la renta absoluta del suelo, en la carta que dirige a Engels el 2 de agosto de 1862. Véase Correspondencia, t. III, págs. 77-81, y también en las págs. 86-87, la carta del 9 de agosto de 1862.) Para la historia de la renta del suelo resulta importante señalar el análisis en que Marx demuestra cómo la trasformación de la renta en trabajo (cuando el campesino crea el plusproducto trabajando en la hacienda del terrateniente) en renta natural o renta en especie (cuando el campesino crea el plusproducto en su propia tierra, entregándolo luego al terrateniente bajo una "coerción extraeconómica"), después en renta en dinero (que es la misma renta en especie, sólo que convertida en dinero, el obrok, censo de la antigua Rusia, en virtud del desarrollo de la producción de mercancías) y finalmente, en la renta capitalista, cuando en lugar del campesino es el patrono quien cultiva la tierra con ayuda del trabajo asalariado. En relación con este análisis de la "génesis de la renta capitalista del suelo", hay que señalar una serie de profundas ideas (que tienen una importancia especial para los países atrasados, como Rusia) expuestas por Marx acerca de la evolución del capitalismo en la agricultura."La trasformación de la renta natural en renta en dinero va, además, no sólo necesariamente acompaña da, sino incluso anticipada por la formación de una clase de jornaleros desposeídos, que se contratan por dinero. Durante el período de nacimiento de dicha clase, en que ésta sólo aparece en forma esporádica, va desarrollándose, por lo tanto, necesariamente, en los campesinos mejor situados y sujetos a obrok, la costumbre de explotar por su cuenta a jornaleros agrícolas, del mismo modo que ya en la época feudal los campesinos más acomodados sujetos a vasallaje tenían a su servicio a otros vasallos. Esto va permitiéndoles acumular poco a poco cierta fortuna y convertirse en futuros capitalistas. De este modo va formándose entre los antiguos poseedores de la tierra que la trabajaban por su cuenta, un semillero de arrendatarios capitalistas, cuyo desarrollo se halla condicionado por el desarrollo general de la producción capitalista fuera del campo. . ." (El Capital, t. III2a, 332). "La expropiación, el desahucio de una parte de la población rural no sólo 'libera' para el capital industrial a los obreros, sus medios de vida y sus materiales de trabajo, sino que además crea el mercado interior." (El Capital, t. I2a, pág. 778). La depauperación y la ruina de la población del campo influyen, a su vez, en la formación del ejército industrial de reserva para el capital. En todo país capitalista "una parte de la población rural se encuentra constantemente en trance de trasformarse en población urbana o manufacturera [es decir, no agrícola]. Esta fuente de superpoblación relativa flota constantemente [. . .]. El obrero agrícola se ve constantemente reducido al salario mínimo y vive siempre con un pie en el pantano del pauperismo" (El Capital, I2a, 668). La propiedad privada del campesino sobre la tierra que cultiva es la base de la pequeña producción y la condición para que ésta florezca y adquiera una forma clásica. Pero esa pequeña producción sólo es compatible con los límites estrechos y primitivos de la producción y de la sociedad. Bajo el capitalismo "la explotación de los campesinos se distingue de la explotación del proletariado industrial sólo por la forma. El explotador es el mismo: el capital. Individualmente, los capitalistas explotan a los campesinos individuales por medio de la hipoteca y de la usura; la clase capitalista explota a la clase campesina por medio de los impuestos del Estado" (Las luchas de clases en Francia). "La parcela del campesino sólo es ya el pretexto que permite al capitalista extraer de la tierra ganancias, intereses y renta, dejando al agricultor que se las arregle para sacar como pueda su salario." (El Diecíocho Brumario.) Habitualmente, el campesino entrega incluso a la sociedad capitalista, es decir, a la clase capitalista, una parte de su salario, descendiendo "al nivel del arrendatario irlandés, aunque en apariencia es un propietario privado" (Las luchas de clases en Francia ). ¿Cuál es "una de las causas por las que en países en que predomina la propiedad parcelaria, el trigo se cotice a precio más bajo que en los países en que impera el régimen capitalista de producción"? (El Capital, t. III2a, 340). La causa es que el campesino entrega gratuitamente a la sociedad (es decir, a la clase capitalista) una parte del plusproducto. "Estos bajos precios [del trigo y los demás productos agrícolas] son, pues, un resultado de la pobreza de los productores y no, ni mucho menos, consecuencia de la productividad de su trabajo" (El Capital, t. III2a, 340). Bajo el capitalismo, la pequeña propiedad agraria, forma normal de la pequeña producción, degenera, se destruye y desaparece. "La pequeña propiedad agraria, por su propia naturaleza, es incompatible con el desarrollo de las fuerzas productivas sociales del trabajo, con las formas sociales del trabajo, con la concentración social de los capitales, con la ganadería en gran escala y con la utilización progresiva de la ciencia. La usura y el sistema de impuestos la conduce, inevitablemente, por doquier, a la ruina. El capital invertido en la compra de la tierra es sustraído al cultivo de ésta. Dispersión infinita de los medios de producción y diseminación de los productores mismos. [Las cooperativas, es decir, las asociaciones de pequeños campesinos, cumplen un extraordinario papel progresista desde el punto de vista burgués, pero sólo pueden conseguir atenuar esta tendencia, sin llegar a suprimirla; además, no se debe olvidar que estas cooperativas dan mucho a los campesinos acomodados y muy poco o casi nada a la masa de campesinos pobres, ni debe olvidarse tampoco que las propias asociaciones terminan por explotar el trabajo asalariado.] Inmenso derroche de energía humana; empeoramiento progresivo de las condiciones de producción y encarecimiento de los medios de producción: tal es la ley de la [pequeña] propiedad parcelaria." En la agricultura, lo mismo que en la industria, el capitalismo sólo trasforma el proceso de producción a costa del "martirologio de los productores". "La dispersión de los obreros del campo en grandes superficies quebranta su fuerza de resistencia, al paso que la concentración robustece la fuerza de resistencia de los obreros de la ciudad. Al igual que en la industria moderna, en la moderna agricultura, es decir en la capitalista, la intensificación de la fuerza productiva y la más rápida movilización del trabajo se consiguen a costa de devastar y agotar la fuerza obrera de trabajo. Además, todos los progresos realizados por la agricultura capitalista no son solamente progresos en el arte de esquilmar al obrero, sino también en el arte de esquilmar la tierra [. . .]. Por lo tanto, la producción capitalista sólo sabe desarrollar la técnica y la combinación del proceso social de producción, minando al mismo tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza: la tierra y el hombre". (EI Capital, t. I, final del capítulo XIII). -------------------------------------- [*] Del libro Carlos Marx (breve esbozo biográfico, con una exposición del marxismo). V.I. Lenin. (t. XXVIII).
[**] Kustares: Productores de objetos industriales que trabajaban para el mercado

MARX A JOSEPH WEYDEMEYER

Empezaremos a partir de ahora con una serie de citas de los clasicos JCB MARX A JOSEPH WEYDEMEYER NUEVA YORK Londres, 5 de marzo de 1852 ... "Por lo que a mí se refiere, no me cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la sociedad moderna ni la lucha entre ellas. Mucho antes que yo, algunos historiadores burgueses habían expuesto ya el desarrollo histórico de esta lucha de clases y algunos economistas burgueses la anatomía económica de éstas. Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1) que la existencia de las clases sólo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases..." Obras escogidas tomo 1, Editorial progreso 1980,

TRES FUENTES Y TRES PARTES INTEGRANTES DEL MARXISMO (LENIN)

La doctrina de Marx suscita en todo el mundo civilizado la mayor hostilidad y el odio de toda la ciencia burguesa (tanto la oficial como la liberal), que ve en el marxismo algo así como una "secta perniciosa". Y no puede esperarse otra actitud, pues en una sociedad que tiene como base la lucha de clases no puede existir una ciencia social "imparcial". De uno u otro modo, toda la ciencia oficial y liberal defiende la esclavitud asalariada, mientras que el marxismo ha declarado una guerra implacable a esa esclavitud. Esperar que la ciencia sea imparcial en una sociedad de esclavitud asalariada, sería la misma absurda ingenuidad que esperar imparcialidad por parte de los fabricantes en lo que se refiere al problema de si deben aumentarse los salarios de los obreros disminuyendo los beneficios del capital. Pero hay más. La historia de la filosofía y la historia de la ciencia social muestran con diáfana claridad que en el marxismo nada hay que se parezca al "sectarismo", en el sentido de que sea una doctrina fanática, petrificada, surgida al margen de la vía principal que ha seguido el desarrollo de la civilización mundial. Por el contrario, lo genial en Marx es, precisamente, que dio respuesta a los problemas que el pensamiento de avanzada de la humanidad había planteado ya. Su doctrina surgió como la continuación directa e inmediata de las doctrinas de los más grandes representantes de la filosofía, la economía política y el socialismo. La doctrina de Marx es omnipotente porque es verdadera. Es completa y armónica, y brinda a los hombres una concepción integral del mundo, intransigente con toda superstición, con toda reacción y con toda defensa de la opresión burguesa. El marxismo es el heredero legítimo de lo mejor que la humanidad creó en el siglo XIX: la filosofía alemana, la economía política inglesa y el socialismo francés. Nos detendremos brevemente en estas tres fuentes del marxismo, que constituyen, a la vez, sus partes integrantes. I La filosofía del marxismo es el materialismo. A lo largo de toda la historia moderna de Europa, y en especial en Francia a fines del siglo XVIII, donde se desarrolló la batalla decisiva contra toda la escoria medieval, contra el feudalismo en las instituciones y en las ideas, el materialismo se mostró como la única filosofía consecuente, fiel a todo lo que enseñan las ciencias naturales, hostil a la superstición, a la mojigata hipocresía, etc. Por eso, los enemigos de la democracia empeñaron todos sus esfuerzos para tratar de "refutar", minar, difamar el materialismo y salieron en defensa de las diversas formas del idealismo filosófico, que se reduce siempre, de una u otra forma, a la defensa o al apoyo de la religión. Marx y Engels defendieron del modo más enérgico el materialismo filosófico y explicaron reiteradas veces el profundo error que significaba toda desviación de esa base. En las obras de Engels Ludwig Feuerbach y Anti-Dühring, que -- al igual que el Manifiesto Comunista -- son los libros de cabecera de todo obrero con conciencia de clase, es donde aparecen expuestas con mayor claridad y detalle sus opiniones. Pero Marx no se detuvo en el materialismo del siglo XVIII, sino que desarrolló la filosofía llevándola a un nivel superior. La enriqueció con los logros de la filosofía clásica alemana, en especial con el sistema de Hegel, el que, a su vez, había conducido al materialismo de Feuerbach. El principal de estos logros es la dialéctica, es decir, la doctrina del desarrollo en su forma más completa, profunda y libre de unilateralidad, la doctrina acerca de lo relativo del conocimiento humano, que nos da un reflejo de la materia en perpetuo desarrollo. Los novísimos descubrimientos de las ciencias naturales -- el radio, los electrones, la trasformación de los elementos -- son una admirable confirmación del materialismo dialéctico de Marx, quiéranlo o no las doctrinas de los filósofos burgueses, y sus "nuevos" retornos al viejo y decadente idealismo. Marx profundizó y desarrolló totalmente el materialismo filosófico, e hizo extensivo el conocimiento de la naturaleza al conocimiento de la sociedad humana. El materialismo histórico de Marx es una enorme conquista del pensamiento científico. Al caos y la arbitrariedad que imperan hasta entonces en los puntos de vista sobre historia y política, sucedió una teoría científica asombrosamente completa y armónica, que muestra cómo, en virtud del desarrollo de las fuerzas productivas, de un sistema de vida social surge otro más elevado; cómo del feudalismo, por ejemplo, nace el capitalismo. Así como el conocimiento del hombre refleja la naturaleza (es decir, la materia en desarrollo), que existe independientemente de él, así el conocimiento social del hombre (es decir, las diversas concepciones y doctrinas filosóficas, religiosas, políticas, etc.), refleja el régimen económico de la sociedad. Las instituciones políticas son la superestructura que se alza sobre la base económica. Así vemos, por ejemplo, que las diversas formas políticas de los Estados europeos modernos sirven para reforzar la dominación de la burguesía sobre el proletariado. La filosofía de Marx es un materialismo filosófico acabado, que ha proporcionado a la humanidad, y sobre todo a la clase obrera, la poderosa arma del saber. II Después de haber comprendido que el régimen económico es la base sobre la cual se erige la superestructura política, Marx se entregó sobre todo al estudio atento de ese sistema económico. La obra principal de Marx, El Capital, está con sagrada al estudio del régimen económico de la sociedad moderna, es decir, la capitalista. La economía política clásica anterior a Marx surgió en Inglaterra, el país capitalista más desarrollado. Adam Smith y David Ricardo, en sus investigaciones del régimen económico, sentaron las bases de la teoría del valor por el trabajo Marx prosiguió su obra; demostró estrictamente esa teoría y la desarrolló consecuentemente; mostró que el valor de toda mercancía está determinado por la cantidad de tiempo de trabajo socialmente necesario invertido en su producción. Allí donde los economistas burgueses veían relaciones entre objetos (cambio de una mercancía por otra), Marx descubrió relaciones entre personas. El cambio de mercancías expresa el vínculo establecido a través del mercado entre los productores aislados. El dinero, al unir indisolublemente en un todo único la vida económica íntegra de los productores aislados, significa que este vínculo se hace cada vez más estrecho. El capital significa un desarrollo ulterior de este vínculo: la fuerza de trabajo del hombre se trasforma en mercancía. El obrero asalariado vende su fuerza de trabajo al propietario de la tierra, de las fábricas, de los instrumentos de trabajo. El obrero emplea una parte de la jornada de trabajo en cubrir el costo de su sustento y el de su familia (salario); durante la otra parte de la jornada trabaja gratis, creando para el capitalista la plusvalía, fuente de las ganancias, fuente de la riqueza de la clase capitalista. La teoría de la plusvalía es la piedra angular de la teoría económica de Marx. El capital, creado por el trabajo del obrero, oprime al obrero, arruina a los pequeños propietarios y crea un ejército de desocupados. En la industria, el triunfo de la gran producción se advierte en seguida, pero también en la agricultura se observa ese mismo fenómeno, donde la superioridad de la gran agricultura capitalista es acrecentada, aumenta el empleo de maquinaria, y la economía campesina, atrapada por el capital monetario, languidece y se arruina bajo el peso de su técnica atrasada. En la agricultura la decadencia de la pequeña producción asume otras formas, pero es un hecho indiscutible. Al azotar la pequeña producción, el capital lleva al aumento de la productividad del trabajo y a la creación de una situación de monopolio para los consorcios de los grandes capitalistas. La misma producción va adquiriendo cada vez más un carácter social -- cientos de miles y millones de obreros ligados entre sí en un organismo económico sistemático --, mientras que un puñado de capitalistas se apropia del producto de este trabajo colectivo. Se intensifican la anarquía de la producción, las crisis, la carrera desesperada en busca de mercados, y se vuelve más insegura la vida de las masas de la población. Al aumentar la dependencia de los obreros hacia el capital, el sistema capitalista crea la gran fuerza del trabajo conjunto. Marx sigue el desarrollo del capitalismo desde los primeros gérmenes de la economía mercantil, desde el simple trueque, hasta sus formas más elevadas, hasta la gran producción. Y la experiencia de todos los países capitalistas, viejos y nuevos, demuestra claramente, año tras año, a un número cada vez mayor de obreros, la veracidad de esta doctrina de Marx. El capitalismo ha triunfado en el mundo entero, pero este triunfo no es más que el preludio del triunfo del trabajo sobre el capital. III Cuando fue derrocado el feudalismo y surgió en el mundo la "libre" sociedad capitalista, en seguida se puso de manifiesto que esa libertad representaba un nuevo sistema de opresión y explotación del pueblo trabajador. Como reflejo de esa opresión y como protesta contra ella, aparecieron inmediatamente diversas doctrinas socialistas. Sin embargo, el socialismo primitivo era un socialismo utópico. Criticaba la sociedad capitalista, la condenaba, la maldecía, soñaba con su destrucción, imaginaba un régimen superior, y se esforzaba por hacer que los ricos se convencieran de la inmoralidad de la explotación. Pero el socialismo utópico no podía indicar una solución real. No podía explicar la verdadera naturaleza de la esclavitud asalariada bajo el capitalismo, no podía descubrir las leyes del desarrollo capitalista, ni señalar qué fuerza social está en condiciones de convertirse en creadora de una nueva sociedad. Entretanto, las tormentosas revoluciones que en toda Europa, y especialmente en Francia, acompañaron la caída del feudalismo, de la servidumbre, revelaban en forma cada vez más palpable que la base de todo desarrollo y su fuerza motriz era la lucha de clases. Ni una sola victoria de la libertad política sobre la clase feudal se logró sin una desesperada resistencia. Ni un solo país capitalista se formó sobre una base más o menos libre o democrática, sin una lucha a muerte entre las diversas clases de la sociedad capitalista. El genio de Marx consiste en haber sido el primero en deducir de ello la conclusión que enseña la historia del mundo y en aplicar consecuentemente esas lecciones. La conclusión a que llegó es la doctrina de la lucha de clases. Los hombres han sido siempre, en política, víctimas necias del engaño ajeno y propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a descubrir detrás de todas las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales, los intereses de una u otra clase. Los que abogan por reformas y mejoras se verán siempre burlados por los defensores de lo viejo mientras no comprendan que toda institución vieja, por bárbara y podrida que parezca, se sostiene por la fuerza de determinadas clases dominantes. Y para vencer la resistencia de esas clases, sólo hay un medio: encontrar en la misma sociedad que nos rodea, las fuerzas que pueden -- y, por su situación social, deben -- constituir la fuerza capaz de barrer lo viejo y crear lo nuevo, y educar y organizar a esas fuerzas para la lucha. Sólo el materialismo filosófico de Marx señaló al proletariado la salida de la esclavitud espiritual en que se han consumido hasta hoy todas las clases oprimidas. Sólo la teoría económica de Marx explicó la situación real del proíetariado en el régimen general del capitalismo. En el mundo entero, desde Norteamérica hasta el Japón y desde Suecia hasta el Africa del Sur, se multiplican organizaciones independientes del proletariado. Este se instruye y educa al librar su lucha de clase, se despoja de los prejuicios de la sociedad burguesa, está adquiriendo una cohesión cada vez mayor y aprendiendo a medir el alcance de sus éxitos, templa sus fuerzas y crece irresistiblemente. ------------------------------------------------ [*] Prosveschenie núm. 3, marzo de 1913. Firmado: V. I. Se publica de acuerdo con el texto original de Prosveschenie. De las Obras Completas, t. XIX. De la colección: V. I. Lenin, Marx, Engels, Marxismo .EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS PEKIN. Primera edición. 1980. págs. 73-80. Preparado para Internet por David Romagnolo, djr@marx2mao.org (Mayo de 1998)

Victor Jara: El último poema

Este es el ultimo poema que escribio Victor Jara, quien luego fue cruelmente assinado por los fascistas cobardes, que en su inutilidad para contrarrestar lo que representaba victor, tu vieron que callar su vos como ellos solo saben asesinaod a los pueblos y a los que luchan por el.
!Victor Jara vive CARAJO!
Juventud Comunista de Bolivia
Regional Cochabamba
Somos cinco mil en esta pequeña parte de la ciudad. Somos cinco mil ¿ Cuántos seremos en total en las ciudades y en todo el país ? Solo aqui diez mil manos siembran y hacen andar las fabricas. ¡ Cuánta humanidad con hambre, frio, pánico, dolor, presión moral, terror y locura ! Seis de los nuestros se perdieron en el espacio de las estrellas. Un muerto, un golpeado como jamas creí se podria golpear a un ser humano. Los otros cuatro quisieron quitarse todos los temores uno saltó al vacio, otro golpeandose la cabeza contra el muro, pero todos con la mirada fija de la muerte. ¡ Qué espanto causa el rostro del fascismo ! Llevan a cabo sus planes con precisión artera Sin importarles nada. La sangre para ellos son medallas. La matanza es acto de heroismo ¿ Es este el mundo que creaste, dios mio ? ¿Para esto tus siete dias de asombro y trabajo ? en estas cuatro murallas solo existe un numero que no progresa, que lentamente querrá más muerte. Pero de pronto me golpea la conciencia y veo esta marea sin latido, pero con el pulso de las máquinas y los militares mostrando su rostro de matrona llena de dulzura. ¿ Y Mexico, Cuba y el mundo ? ¡ Que griten esta ignominia ! Somos diez mil manos menos que no producen. ¿Cuántos somos en toda la Patria? La sangre del companero Presidente golpea más fuerte que bombas y metrallas Asi golpeará nuestro puño nuevamente ¡Canto que mal me sales Cuando tengo que cantar espanto! Espanto como el que vivo como el que muero, espanto. De verme entre tanto y tantos momentos del infinito en que el silencio y el grito son las metas de este canto. Lo que veo nunca vi, lo que he sentido y que siento hara brotar el momento... (Victor Jara, Estadio Chile, Septiembre 1973)

El Camarada Stalin habla sobre el Camarada Dzerzhinski tras su muerte

Extraido de www.citasmarxistas.blospot.com
Después de Frunze, Dzerzhinski.La vieja guardia leninista ha perdido a otro de sus mejores dirigentes y luchadores. El Partido sufre otra pérdida irreparable.
Cuando ahora, ante el féretro abierto, recordamos todo el camino recorrido por el camarada Dzerzhinski -la cárcel, el presidio, el destierro, la Comisión Extraordinaria de lucha con lacontrarrevolución, el restablecimiento del transporte arruinado, la construcción de la joven industria socialista-, se quiere definir con una sola palabra esta vida impetuosa: FERVOR.
La Revolución de Octubre le llevó al difícil puesto de dirigente de la Comisión Extraordinaria delucha con la contrarrevolución. Para la burguesía no había nombre más odiado que el de Dzerzhinski, el hombre que repelía con mano de acero los golpes de los enemigos de la revolución proletaria. “El terror de la burguesía”: así se llamaba entonces al camarada Félix Dierzhinski.
Cuando hubo llegado el “período pacífico”, el camarada Dzerzhinski prosiguió su impetuosa labor.El camarada Dzerzhinski es todo fervor al poner orden en el transporte desorganizado, es todo fervor, después, en el trabajo de construcción de nuestra industria, como presidente del Consejo Supremo de la Economía Nacional. Sin darse punto de descanso, sin rehuir ningún trabajo penoso, luchando audazmente contra las dificultades y venciéndolas, entregando todas sus fuerzas, su energía toda a la obra que le confiara el Partido, consume su vida trabajando en aras de los intereses del proletariado, en aras de la victoria del comunismo.
¡Descansa en paz, héroe de Octubre!
¡Descansa enpaz, hijo fiel del Partido!
¡Descansa en paz, constructor de la unidad y de lafuerza de nuestro Partido!
J. Stalin.22 de julio de 1926.
Publicado el 22 de julio de 1926 en el núm. 166 de “Pravda”.

COMO DETERMINAR LAS CLASES EN LAS ZONAS RURALES

COMO DETERMINAR LAS CLASES EN LAS ZONAS RURALES[*]

Mao Zedong

Octubre de 1933

I. LOS TERRATENIENTES

Son terratenientes quienes poseen tierras, no trabajan ellos mismos ose dedican sólo al trabajo secundario[1], y viven de la explotación de los campesinos. Los terratenientes practican la explotación principalmente por medio del arriendo de la tierra y, además, mediante la usura, la contratación de asalariados agrícolas o la industria y el comercio. Pero es el arriendo de la tierra la forma principal en que los terratenientes explotan a los campesinos. La administración de las tierras públicas y el cobro del arriendo de las tierras de las escuelas[2] constituyen igualmente formas de la explotación mediante el arriendo de la tierra.

Los terratenientes que se han arruinado pero que siguen sin trabajar y viven de la estafa, el pillaje o la ayuda de sus parientes y amigos, y cuyas condiciones de vida son superiores a las de los campesinos medios en general, deben seguir siendo considerados como terratenientes.

Los caudillos militares, burócratas, déspotas locales y shenshi malvados son los representantes políticos de la clase terrateniente y sus elementos más feroces. También entre los campesinos ricos se encuentran a menudo déspotas locales y shenshi malvados, pero de menor importancia.

Deben ser colocados en la misma categoría que los terratenientes aquellos individuos que ayudan a éstos en el cobro de los arriendos y en la administración de sus propiedades, y cuya principal fuente de ingresos depende de la explotación de los campesinos por los terratenientes y cuyas condiciones de vida son superiores a las de los campesinos medios en general.

Se llaman usureros y deben ser colocados en la misma categoría que los terratenientes aquellos individuos que tienen como fuente principal de sus ingresos la explotación mediante la usura y cuyas condiciones de vida son superiores a las de los campesinos medios en general.

II. LOS CAMPESINOS RICOS

Por lo común, los campesinos ricos poseen tierras. Sin embargo, algunos sólo poseen una parte de la tierra que cultivan, y toman en arriendo el resto; otros no poseen tierra alguna y toman en arriendo toda la que cultivan. Los campesinos ricos generalmente disponen de instrumentos de producción relativamente buenos y abundantes y bastante capital líquido, y participan ellos mismos en el trabajo, mas una parte o la mayor parte de sus ingresos proviene siempre de la explotación. Su principal forma de explotación es la explotación del trabajo asalariado (contratación de asalariados agrícolas al año). Además, pueden ejercer la explotación dando en arriendo parte de sus tierras, prestando con usura o dedicándose a la industria y el comercio. La mayoría de los campesinos ricos también administran tierras públicas. Deben ser considerados asimismo como campesinos ricos aquellos que poseen una superficie relativamente grande de buenas tierras y trabajan parte de ellas por sí mismos sin contratar asalariados agrícolas, pero explotan a otros campesinos por medio del arriendo de la tierra o de la usura, o en otras formas. Los campesinos ricos practican constantemente la explotación, y, para muchos de ellos, ésta constituye la fuente principal de sus ingresos.

III. LOS CAMPESINOS MEDIOS

De los campesinos medios, muchos poseen tierras; algunos poseen sólo una parte de la tierra que trabajan y toman en arriendo el resto; otros no tienen tierra alguna y toman en arriendo toda la que trabajan.

Todos ellos disponen de suficientes aperos agrícolas. Los campesinos medios viven total o principalmente de su propio trabajo. Por regla general, no explotan a nadie, sino que muchos de ellos sufren la explotación en pequeña medida pagando el arriendo de tierras o el interés de préstamos. Pero, por lo común, los campesinos medios no venden su fuerza de trabajo. Un sector de ellos (los campesinos medios acomodados) explotan a otros en pequeña medida, pero esta explotación no es constante ni constituye la fuente principal de sus ingresos.

IV. LOS CAMPESINOS POBRES

De los campesinos pobres, algunos poseen una parte de la tierra que trabajan e insuficientes aperos agrícolas; otros no poseen tierra alguna y sólo tienen insuficientes aperos agrícolas. Por regla general, los campesinos pobres tienen que tomar en arriendo la tierra que trabajan, y sufren la explotación pagando el arriendo de tierras o el interés de préstamos y vendiendo una pequeña parte de su fuerza de trabajo.

Si de ordinario los campesinos medios no tienen necesidad de vender su fuerza de trabajo, los campesinos pobres, en cambio, se ven obligados a vender una pequeña parte de la suya: éste es el criterio principal para distinguir entre éstos y aquéllos.

V. LOS OBREROS

Por regla general, los obreros (incluyendo los asalariados agrícolas) no poseen tierras ni aperos agrícolas; algunos de ellos poseen un insignificante pedazo de tierra y muy pocos aperos agrícolas. Los obreros viven total o principalmente de la venta de su fuerza de trabajo.

NOTAS

[*] Documento redactado en octubre de 1933 por el camarada Mao Tse-tung para rectificar las desviaciones surgidas en el trabajo de la reforma agraria y dar una solución correcta al problema de la tierra. Fue adoptado por el Gobierno Democrático Central de Obreros y Campesinos de aquella época como criterio para determinar la pertenencia de clase en las zonas rurales.

[1] En general, se clasifica a una persona como dedicada al trabajo secundario cuando participa sólo menos de un tercio del año en labores esenciales (esto es, las más importantes faenas de la producción agrícola fundamental, como arada siembra, cosecha, etc.), o bien, aunque trabaje durante un tercio del año, cuando lo haga sólo en labores no esenciales (esto es, aquellas faenas de importancia secundaria para la producción, como ayudar en el desmalezamiento y en el cultivo de verduras o cuidar animales de tiro).

[2] En el campo chino había muchos tipos de tierras públicas: tierras pertenecientes a los gobiernos territoriales o cantonales, a los templos ancestrales de los clanes, a los templos budistas o taoístas, a las iglesias católicas o a las mezquitas, y tierras cuyo arriendo debía destinarse a obras de interés público como el socorro a las víctimas del hambre y la construcción y mantenimiento de puentes y caminos, o a cubrir gastos de instrucción pública. Estas tierras se hallaban controladas, en su gran mayoría, por los terratenientes y los campesinos ricos, y los campesinos de otras capas sociales sólo tenían derecho a intervenir en la administración de una pequeña parte de ellas.