BRIGADA OSCAR ALFARO
Después del golpe de estado
fascista del 21 de agosto de 1971, las organizaciones revolucionarias y
progresistas fueron organizándose para la resistencia; la experiencia adquirida
por el camarada Jaime Sevillano durante su permanencia en Chile; teniendo en
cuenta sus excelentes cualidades en las artes plásticas, le permitieron con
facilidad asimilar la destreza con la que realizaba su trabajo la Brigada Ramona Parra (B.R.P.).
Ante la necesidad de denunciar
los abusos cometidos por la dictadura banzerista, se decidió utilizar las
paredes como pizarras para la denuncia política; fueron estas las razones que
sumadas a la experiencia del c. Sevillano, impulsaron a conformar una brigada
que emulara sanamente el trabajo que realizaba la B.R.P. de Chile.
La necesidad de contar con una
identificación hizo que se tomara el nombre del camarada Oscar Alfaro (el poeta
de los niños); la organización se denominó Brigada Oscar Alfaro (B.O.A.),
conformada por los camaradas militantes de la Juventud Comunista;
debido a que el partido se encontraba en la clandestinidad al igual que la Jota, ésta –la B.O.A-, era
una brigada clandestina al interior de la organización ya clandestina; pero, es más, las medidas de
seguridad en las que se enmarcaba la conducta de sus componentes, llegó al
extremo de que sólo tres o cuatro de los camaradas probados el la lucha,
conocían al conjunto de los componentes, el resto, de catorce o quince
aproximadamente; a pesar de que todos los se relacionaban y coordinábamos actividades y
tareas políticas, nadie podía jactarse de ser miembro de la BOA; los responsables señalaban a cada quien el día, la hora y el
lugar en el que deberían estar para cumplir nuevas tareas; los denominados
campanas no conocían a los pintores y viceversa; las señales que se utilizaban
para señalar alerta, peligro o retirada se realizaba a través de silbidos, cuyo
tono había escogido el c. Sevillano, era un acorde de la quinta sinfonía de Beethoven.
La disciplina con la se encaraba
las tareas, exigía hacer un previo reconocimiento de la zona en la que se
realizaría el trabajo, a objeto de encontrar salidas de escape en caso de
persecución; los campanas siempre tenían que estas en sus lugares con
anterioridad a los pintores y retirarse cuando los éstos dieran la señal de
concluida la labor, dentro de las reglas, estaba bien claro que los campanas no
podían abandonar sus puestos, ni los brochistas su lata de pintura y menos su
brocha.
El ser miembro de la brigada, no
sólo era motivo de satisfacción para quienes integraban la misma, también
conllevaba responsabilidad y disciplina férrea en la vida privada y en la de
militante; ya que sólo de esa manera se resguardaba la seguridad de los demás
camaradas y de la organización en sí; el reclutamiento o cooptación de nuevos
componentes, se realizaba luego de un silencioso y severo seguimiento de la
conducta del camarada que se consideraba que podía ser el nuevo brigadista; al
momento de hacer la evaluación, unos eran descartados y otros eran convocados
para informarles que habían sido elegidos para incorporarse en la B.O.A.; tarea
que debía ser considerada como de honor
y de reconocimiento a su conducta partidaria.

Fue un 28 de octubre de 1974, en
que se notifica para una reunión a las 11:00 a.m., como se acostumbraba
entonces, dando una hora exacta para el ingreso en el inmueble señalado; se concurrió
con la puntualidad y en el orden que señalaron los responsables, fue en el
domicilio del camarada (+) Félix Cisneros, los asistentes eran todos quienes
hacían trabajo político en la universidad todos los días; flotaba una
interrogante entre todos los presentes respecto de esa reunión; pertenecían a
diferentes círculos y, para ser un ampliado, faltaban algunos camaradas
abnegados en el trabajo; en el momento en que Jaime Sevillano hizo una breve
introducción, para luego manifestar que ese rompimiento de las normas de
seguridad que hasta entonces determinaba la conducta de los brigadistas, no
tendría que significar en adelante terminar con la modestia y la discreción
sobre todo; señalaba que era importante que se conocieran quienes realizaban esa
tarea de pintar las paredes con consignas justas, revolucionarias y de rechazo
a la dictadura fascista; trabajos que arrancaba comentarios elogiosos por parte
de la población, porque, en verdad era todo un arte a tres colores (negro, rojo
y amarillo); dentro de las reglas también estaba establecido el de no dañar los
espacios reconocidos como patrimonios o monumentos nacionales.
Cuando Jaime expresó que esa
reunión era para conmemorar el primer año de existencia de la B.O.A., todos los asistentes
se miraron las caras con algo de sorpresa y con la interrogante que
interiormente causaba satisfacción, el haber sabido conservar el secreto de las
tareas que les asignaban, como quien dice:
-
por qué no me dijiste que tú eras uno de ellos?
Todas estas emociones pudieron
manifestarse y hacer explosión en cada uno de los presentes en el momento en que les tocó
hacer uso de la palabra –el llanto no estuvo ausente-, la reafirmación de la
convicción y el compromiso de continuar en la lucha fue algo que todos expresaron;
la brigada continuó siendo clandestina al interior de la J y del partido.
Fue a partir de entonces que las
tareas posteriores se las planificaba en conjunto en un domicilio que se eligió como cuartel general.
Las responsabilidades en la
brigada se asignaba de acuerdo a las aptitudes de cada uno de los componentes,
quienes preparaban las pinturas, que por entonces se hacía con ocre y cola de
carpintería, ascendían a campanas y éstos a pintores, ya sea rellenadores o
fondistas, siendo el cargo más alto el de la brocha negra o diseñador, todos
aspiraban alcanzar ese objetivo para lo cual se recibía entrenamiento; la línea
ideológica del Partido, siempre enseñó a tener que contar con relevos en caso
de que alguno faltara por alguna razón; particularmente, se tenía muy en cuenta
que en alguna de las salidas no todos podrían regresar, para lo que siempre se tenía
que estar preparados y tener una coartada o un cuento que cantarle a las
fuerzas represivas; es así que Jaime, de manera muy bromista decía antes de
salir; fíjense muy bien el entorno, puede que sea la última vez que lo veamos.
Es así cómo fue transcurriendo el
tiempo de ese período dictatorial; con el retorno a la democracia en 1978, el
cumplimiento de tareas para la brigada fueron creciendo, esto hizo que se
declarara un período de apertura para la capacitación de nuevos camaradas en
éste trabajo, la necesidad de contar con más de dos equipos de pintores que encararan
las tareas del momento fue fructífera; los períodos de facto siguientes, hasta
llegar al de García Meza, fueron cumplidos con la misma responsabilidad y
mística que debe caracterizar a los comunistas.
La brigada, en sus inicios y
también ahora debe continuar siendo una parte de la prensa partidaria;
educadores, organizadores y agitadores; la brigada no se creó simplemente para
cumplir tareas en etapas dictatoriales; períodos como el actual, nos permiten y
nos exigen desarrollar un trabajo más amplio, más diverso y de absoluto
compromiso con la defensa del proceso que, aún con los desaciertos, es un
avance en la dirección de nuestro objetico estratégico.
Existe una tarea inconclusa que
la J debe encarar con mayor responsabilidad; el hecho de que estemos
transcurriendo por un período democrático, no implica que abandonemos estas
tareas de agitación y de denuncia; la estructuración de la brigada en cada
departamento y allí donde las condiciones estén dadas es urgente y necesaria;
si bien ésta es una tarea que la J tiene pendiente por cumplir, el Partido no
está exento de la colaboración y el apoyo que debe brindar para su
materialización.
Deseamos audacia y mayor mística
de lucha para todos los componentes de la Brigada Oscar Alfaro.
El 60 Aniversario de nuestro
Partido transcurrido en un proceso de cambios, debe servir para el
fortalecimiento cuantitativo y cualitativo de nuestra organización; no debemos
limitarnos a exigir avance y profundización del mismo, cuando debemos ser los
comunistas y los revolucionarios, los responsables del cumplimiento de dichas
tareas históricas que nos permitan alcanzar la construcción de una sociedad
socialista.
Camaradas brigadista, aún son
muchas las tareas pendientes, pero, ninguna, por ardua que sea, doblegará
nuestra capacidad y voluntad de lucha, las encararemos con mayor audacia y con
mucha mística comunista de lucha.
Potosí, noviembre de 2009