La campaña agresiva instrumentada por los medios regionales y occidentales no hace sino confirmar que se trata de una “provocación planeada de antemano…”, se dice en un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia. No es la primera vez que se cometen tales provocaciones.

Los combates al este de Damasco realmente continúan, pero, según han aclarado, el panorama de los sucesos está desvirtuado al máximo.

“Al comprobarse la veracidad de los reportajes transmitidos por las cadenas de TV regionales –reza la declaración de la cancillería rusa- se aclaró que un misil de fabricación casera, similar al que los terroristas usaron el 19 de marzo con un agente químico no identificado en Khan al Asal, fue lanzado hacia esa área en la madrugada del 21 de agosto desde las posiciones controladas por insurgentes”.

Un grupo de inspectores de la ONU empezó su labor en Siria, el pasado 20 de agosto, para investigar el supuesto uso de armas químicas cerca de Alepo.

Expertos rusos estiman como muy probable el empleo del agresivo tóxico zarina por entidades no gubernamentales. Un atentado de este tipo perpetró en el metro de Tokio (marzo de 1995) la secta nipona Aum Shinrikyō, causando la muerte de doce personas y ocasionando daños irreparables a más de cinco mil personas, recuerda a La Voz de Rusia el experto del Centro Nacional de la Medicina de Catástrofes, profesor titular Guenadi Prostakishin:

–No sé si en Siria hay o no zarina. Recuerden la historia de Sadam Husein. EEUU también le incriminó de tener en sus arsenales zarina y otros agresivos tóxicos, pero resultó que no había nada. A juzgar por todo, lo mismo ocurre en Siria.